La Cumbre, una mirada universitaria desde el Centro de Prensa
Por Elías Moreira Aliendro
Paraná está gris y convulsionada. Muy gris, pero sobre todo, convulsionada. Y no es para menos. Por primera vez en su historia, se está desarrollando en esta ciudad una Cumbre de Jefes y Jefas de los Países del Mercosur. Es la número 47 y tendrá su plenario cúlmine mañana a partir de las 10 en La Vieja Usina, cuando la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner reciba oficialmente a los primeros mandatarios sudamericanos que hayan arribado a la ciudad. Desde las 8:30 de este martes 16 de diciembre, estuvieron reunidos los ministros de Relacione
s Exteriores y los de Economía de los países miembros del Mercosur, más Bolivia, junto con sus comitivas, en la escuela Del Centenario.

De alguna u otra manera, todos nos hemos visto -algunos más otros menos, cada uno desde su lugar-, siendo parte. Desde el Proyecto de Curricularización de la Extensión “Producciones Periodísticas en la Escuela y la Universidad: el Derecho a la Comunicación en Acción” de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER), la trascendencia política, económica, social y mediática de semejante reunión cumbre, llega de repente y como a todos, nos envuelve, nos participa. De un momento a otro, nosotros, que estudiamos y damos clases en la Licenciatura en Comunicación Social de la UNER, estamos adentro, acreditados, cubriendo la información.
Nuestro objetivo en ese lugar es diferente al de los grandes medios que desembarcaron en Paraná. Además de experimentar y aprender cómo trabajan los periodistas y equipos de diferentes medios, nos interesa producir piezas periodísticas en donde prime nuestra mirada como estudiantes y profesores de la universidad pública argentina, de la UNER, sobre todo, en un hecho trascendental como es el encuentro de líderes de países que trabajan por la integración soberana, económica, cultural y social de Latinoamérica.
En nuestra condición de universitarios, estamos ocupando nuestro espacio y haciéndolo valer; mirando distinto: mirando fuerte; experimentando la previa al momento principal de la Cumbre, cuando ya estén todos los Presidentes juntos; saliendo al aire en las radios universitarias nacionales que nos convocan y nos preguntan qué es lo que está pasando, desde adentro; palpitando la entrega por parte de la UNER del título Doctor Honoris Causa al Presidente de Bolivia, Evo Morales, esta tarde en el Teatro 3 de Febrero.
En la cocina de la noticia

Acá, en el Centro Internacional de Prensa, ubicado detrás de la Vieja Usina, con acceso por calle San Martín, es donde primero circulan los datos trascendentes, donde se encienden algunas cámaras de la televisión local y nacional, donde la mayoría de los 300 periodistas acreditados de todo el país y de varias partes del mundo, hablan por teléfono en sus distintos idiomas, se preguntan, se consultan y corren con el nuevo dato caliente de la información actualizada a sentarse frente a alguna de las 30 pantallas LCD dispuestas, para escribir como locos desaforados.
-¿Viene o no viene Maduro? –pregunta una cronista a otra.
-Una fuente de Venezuela me acaba de decir que no, que no ha salido a ningún lado últimamente, aunque también me dijo que puede hacerlo a último momento para no movilizar tanto la cosa allá, por una cuestión de seguridad. Con él nunca se sabe…
-¿Y qué hago, entonces? ¡Lo tengo que mandar ya!
-Ponele que es probable que venga, que todavía no se sabe con certeza. Pero ya podés asegurar que la que no viene es Bachelet.
Y se sienta. Y lo escribe nomás, desaforada. Hace otra llamada; se la ve enérgica. Asiente con la cabeza, corrige haciendo sonar el teclado. Y lo manda, desaforada. Acá adentro, en la computadora de enfrente, en la de detrás, en las de cada costado, la hora de cierre es permanente.
Afuera del Centro de Prensa, el panorama es cualquier cosa menos ajeno. Algunos vecinos adornan sus balcones y ventanas con banderas sudamericanas. Los comerciantes dan fe de un gran movimiento de gente de todas partes del país y de la región. Hoteles, hospedajes y hasta alojamientos improvisados por habitantes locales, se encuentran colmados. Los operativos de seguridad, que tanto asombran a los transeúntes, incluyen: una zona restringida cercada y fuertemente custodiada; alrededor de 5 mil efectivos de fuerzas provinciales y nacionales- visiblemente armados- apostados en muchísimas esquinas céntricas o patrullando en camionetas por toda la ciudad; vehículos militares provistos con cámaras que filman 360º, estacionados en lugares estratégicos; aviones de guerra en el aeropuerto Justo José de Urquiza; buques de la Prefectura Naval que custodian desde las aguas del Paraná…
La ciudad está gris y convulsionada. Basta con levantar la vista para saberlo. Varios helicópteros ensordecedores custodian una capital que se había olvidado- y ante semejante despliegue, ahora recuerda- que sólo es un pueblo grande.