La posibilidad de transitar experiencias de formación en otras universidades del país y del exterior es una puerta que se abre para estudiantes de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER) a través de distintos programas de movilidad académica. Conocer otras culturas, modos de enseñar y aprender, ampliar horizontes personales y profesionales: las motivaciones son diversas, pero el denominador común es el deseo de construir trayectorias enriquecidas por el intercambio.
En esta nota conversamos con Melina Falvo, estudiante de la Licenciatura en Ciencias de la Educación en la FCEDU-UNER que se encuentra realizando un intercambio en la Universidad Federal de Pelotas, en Brasil; y con Sergio Osorio, estudiante colombiano de Comunicación Social en la Universidad del Valle (sede Buga), que eligió la FCEDU como destino para su experiencia en Argentina, en el marco del programa PILA.
Llegar a otra universidad
Melina: ─Me motivó a hacer el intercambio, el interés por conocer otras culturas, otras instituciones universitarias y la formación académica que ofrecen otras universidades de Latinoamérica. Para postularme, tuve que presentar mi currículum, mi trayectoria académica, una carta de motivación con mis intereses y una carta de socialización con las actividades que voy a realizar una vez finalizada la experiencia. También otros documentos y formalidades requeridas en la convocatoria. Para venir, tuve que tramitar una visa estudiantil que me permite residir en Brasil durante cuatro meses y medio.
Sergio: ─Antes de viajar no me gusta investigar mucho porque siento que así la experiencia tiene algo de sorpresa. Mis expectativas estaban más ligadas a la interacción social: cómo me iba a adaptar a las dinámicas cotidianas, a andar por la calle, a saludar, al uso de las palabras. Al llegar, me encontré con muchas diferencias, desde las expresiones hasta lo gastronómico. Pasé de un lugar tropical, con muchas frutas, a otro tipo de alimentación. En lo académico también noté cambios: el sistema de calificaciones es diferente y la metodología en las aulas acá es mucho más teórica que en mi universidad de origen, donde se trabaja con una dinámica más práctica. Igual, me sentí muy bien: mis compañeros y compañeras se acercaron a conocerme, a invitarme a compartir cosas. Eso fue muy bonito y me resultó familiar porque también sucede así en Colombia.
Formarse en otro contexto
Melina: ─Antes de viajar, tenía muchas expectativas sobre el intercambio cultural y el aprendizaje del portugués, del que no sabía mucho. Y me encontré con eso, pero también con mucho más. La Universidad Federal de Pelotas tiene muchos edificios distribuidos por la ciudad, un sistema de transporte urbano propio para los estudiantes, comedores universitarios y una residencia donde vivo con personas de distintos países de América Latina, Centroamérica y África.
Académicamente, me encontré con muy buenos docentes y grupos estudiantiles numerosos en el área de las ciencias sociales, lo cual me llamó la atención. Estoy cursando materias como historia política brasileña y sociología brasileña, lo que me permite conocer más profundamente esta sociedad, desde una mirada crítica. Y la experiencia de convivencia también es muy enriquecedora: vivo con personas de Colombia, Uruguay y dos compañeras de China, lo que genera intercambios culturales e idiomáticos muy valiosos.
Sergio: ─Aprendí un montón, incluso cosas que quizás todavía no termino de procesar. En lo personal, siento que me expandió la mirada, no solo sobre la comunicación, sino sobre la educación y las prácticas que uno lleva a su campo. Me ayudó a relacionarme mejor con las personas, a comprender las diferencias culturales, y a mirar mi propio territorio con otros ojos.
Académicamente, aprendí a reconocer distintas metodologías y enfoques sobre los mismos temas. Eso tiene un gran valor, y también fortalece mi compromiso con la defensa de la educación pública, algo que acá también está muy presente, tanto en docentes como en estudiantes.
Estoy cursando Teorías de la Comunicación, Procesos Culturales Latinoamericanos y Argentinos, Políticas de la Comunicación y Comunicación Comunitaria. Las elegí porque me interesaba volver a conectar con lo teórico, y me parecieron muy potentes para mi formación.
El intercambio como experiencia cultural
Melina: ─Ya pasaron dos meses desde que estoy en Brasil y me llevo muchos aprendizajes, tanto personales como académicos. Uno de los más valiosos fue entender los lazos que nos unen como latinoamericanos, especialmente por lo que compartí con amigas y amigos colombianos y brasileros. También por la posibilidad de conocer la historia de nuestros países, marcados por dictaduras en el siglo XX, por luchas por la soberanía nacional y por la defensa de la universidad pública.
Sentí, además, algo que compartimos entre muchos: el esfuerzo que hacen nuestras familias para que podamos estudiar fuera del país. Eso nos hace valorar mucho esta oportunidad y querer acompañar a otros y otras para que también puedan vivirla.
Sergio: ─En mi universidad de origen nos hablaron de las fases de adaptación, pero una cosa es la teoría y otra es vivirlo. Adaptarme a la ciudad, a detalles como el tránsito, ir al supermercado o simplemente salir a la calle implicó un doble esfuerzo, pero uno se va acomodando.
Relacionarme con mis pares fue más sencillo porque me gusta socializar. Conocí gente en la facultad, en otras facultades, en la calle. También fui entendiendo las costumbres, los horarios, la vida cotidiana. Son cosas que uno naturaliza en su lugar de origen, pero que al llegar a otro país se convierten en pequeños desafíos.
Balance y recomendaciones
Melina: ─A quien esté pensando en postularse y tenga dudas, le diría que no tenga miedo. Son espacios muy cuidados y acompañados por tutores y responsables de cada institución. También le recomendaría hablar con estudiantes o docentes que ya hayan pasado por esta experiencia, incluso conmigo, para resolver dudas o temores.
Si tuviera que elegir una imagen que represente este intercambio, sería la mesa del comedor universitario: allí compartimos con estudiantes de distintos países, construimos vínculos, nos reconocemos en las similitudes y respetamos las diferencias. Todo eso, entre charlas, risas y palabras afectuosas. Viajé sin saber el idioma y, aun así, fue posible aprender, conocer y disfrutar de todo lo que la universidad tiene para ofrecer.
Sergio: ─Sí, recomendaría totalmente la experiencia. Pero también diría que hay que organizarse mucho, resolver todas las dudas posibles, anotar fechas, preguntar. No es lo mismo que mudarse dentro del propio país: implica otro nivel de compromiso y preparación. Muchas veces uno cree que a todo el mundo le gustaría hacer un intercambio, pero en realidad hay personas que sienten que no podrían. Y está bien. No es solo una experiencia académica, también es un proceso muy personal.
Si tuviera que resumirlo en una frase, sería vivir y sembrar nuevas realidades. No se trata solo de lo que una persona vive, sino también de lo que deja, de lo que puede construir a partir de eso. Mantener lazos, generar proyectos, seguir en contacto. Como anécdota, la primera vez que conocí a estudiantes de la facultad fue en una peña folclórica, no en una clase. Me invitaron, compartimos música, baile, y fue un primer acercamiento muy lindo, que no me voy a olvidar.